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Punto Ciego

La pandemia no terminó, es más, está cursando la segunda ola en nuestro país y sin piedad ahora ataca a los más jóvenes, es decir, toda la sociedad está en jaque, el virus no distingue ni perdona, por el contrario se fortalece para acometer contra otros rangos etarios, no se debilita y toma los caminos que le permiten poner en jaque a los servicios de salud que están a tope, con personal que se ha enfermado, que ha perdido compañeros de trabajo, familiares, amigos y demás, que se encuentra sufriendo el stress de no poder bajar los brazos, aun cuando los recursos empiezan a escasear, hacen lo que pueden y lo que no pueden, solo para intentar paliar este flagelo.

Contienen a los ciudadanos que quedan en sus manos, lejos de sus afectos y habituales reparos, este esfuerzo gigantesco no recibe todo el apoyo que se requiere. Quienes administran el Estado deben estar en condiciones de hacerlo, pero no dan muestras de idoneidad, requisito indispensable para ocupar cargos públicos.

Cuando se requiere transparencia en la información que se difunde, velocidad para producirla y verosimilitud de los datos para que la sociedad encuentre contención bajo el paraguas de un aparato burocrático gigantesco que lejos de reducirse a las dimensiones aceptables continúa agrandándose para demostrar que no siempre más es más, a veces más es menos.., sucede lo contrario.

Lo que se realice, las medidas que se adopten dentro de un marco de falta de confianza no puede producir efectos positivos, la ciudad de Buenos Aires está, literalmente, plagada de marchas y contramarchas por medio de las que se realizan diversos reclamos, en medio de la recomendación del gobierno y todos los expertos que reclaman que nos mantengamos aislados, adoptando las medidas de seguridad que largamente conocemos, pese a ello muchos no las practican, ¿será que se predica con el ejemplo?

Como nunca el ‘gigante bobo’ debe reaccionar, dejando de lado diferencias que no colaboran para contener la situación pandémica y menos todavía para amparar a los vulnerables, proteger a las fuerzas de trabajo, y repartir con justeza y criterio distributivo acorde a lo que tenemos, tratando de hacer más por sobrevivir, tal como lo hace el virus que nos ataca… 

El punto ciego no permite darse cuenta de los perjuicios propios, cuestión por la que merece encontrarse para evitar males mayores.

Dra. Mónica Teresita del Cerro
(Buenos Aires, 27 de abril de 2021)